Autobahn: La electrónica de la reconstrucción
De Gabriel Áyax Adán Axtle
A Sergio Colli, con quien descubrí mundos de sonidos fascinantes.
Año: 1974
Disquera:
Kling Klang - EMI
Temas: 1)
Autobahn. 2) Kometenmelodie 1. 3) Kometenmelodie 2. 4) Mitternacht. 5)
Morgenspaziergang.
Dice Guillerme Apollinare que los artistas cumplen con
la misión de restar monotonía a la
realidad, y a su vez, conformar la identidad de la sociedad desde su época y su
geografía. A partir de estas premisas se debe comprender el
desarrollo de la música popular en la Alemania de la década de los
70, tanto por los riesgos estilísticos que corrieron sus artistas, como por su
aparente falta de paralelismo con las expresiones culturales del resto del
mundo, particularmente con los Estados Unidos e Inglaterra, que parecían invadir el
mercado general del rock y sus derivados.
La tierra germana, poco después de la
Segunda Guerra Mundial, tuvo que vivir un periodo de reconstrucción, desde
diferentes aristas, complicado. Tal cargo estuvo en las manos de la juventud,
quienes debieron levantar desde los escombros. El rostro que llevaría a Alemania a
un nuevo reconocimiento cultural al exterior sería el producto
del esfuerzo de los artistas, que en varios casos no serían aquellos
que conformaron el mundo de la academia, por su relación estrecha con
el partido Nazi en el pasado inmediato. Tal actividad titánica surgiría
mayoritariamente de las expresiones populares, en manos de la juventud.
En ese panorama, el grupo de música electrónica,
Kraftwerk, fue sin duda uno de los peldaños que haría que el mundo
volteara a tierras germanas con admiración y fascinación. La imaginería de su
discografía lograría apelar no sólo a la sensibilidad nacional, sino
también a la exterior, y lo haría de la forma
menos esperada. La música generada por sintetizadores, tan poco popular en
el mundo, sería clave para mostrar un imaginario luminoso, que
contrastaba dramáticamente con la realidad de un país con las
cicatrices de la guerra a flor de piel, que se hallaba en reconstrucción; al mismo
tiempo sería la llave de la nueva identidad alemana en el ámbito de la música popular,
conformada por los ideales de la modernidad, pero también de la
necesidad de recuperar una arcadia perdida en la historia.
Kraftwerk no fue la única agrupación que vio en
la electrónica el espíritu de la juventud nueva, pero sí el primero que proyectó su obra más allá de su
territorio y la popularizó, sin perder jamás su estatuto
de arte alterno. El grupo construyó en una expresión cultural,
elementos modernos alemanes que resarcían las heridas
frente a los ojos internacionales. Por supuesto, la meta no se alcanzó de forma inmediata. Los destellos llegarían hasta el
cuarto vinilo, y primero conceptual de la banda, Autobahn.
Los temas de la autopista y el volante, típicos en el
rock americano, se trataban con un giro significativo. Los músicos le
quitan protagonismo a los viajantes, para centrarlo en el viaje, el paisaje,
pero sobretodo el medio mecánico. En esta diferencia se halla la fascinación por la
tecnología, propia de los ideales modernos, pero con una carga
de inocencia (no se lea ingenuidad) que no existía, por
ejemplo, en las propuestas de los futuristas italianos. Al mismo tiempo, la
instrumentación logra aquella armonía que evoca el
viaje por una autopista ideal, en el que no importa el destino, tanto como la
fascinación misma del camino. Esta descripción explica
parte del impacto que el disco tendrá fuera de las
tierras germanas. Justo cuando las ciudades viven procesos de expansión
complejos, exaustivos y algunas veces
violentos, el paseo por las autopistas se vuelve un tópico
representativo de la libertad, sin renunciar a las comodidades de las grandes
civilizaciones.
En el plano meramente musical, hay que destacar que en Autobahn se reconocen elementos del pop. Apesar de eso, la estructura de la
canción popular es casi sustituida en su totalidad por
pasajes instrumentales, a veces melódicos, otras, ambientales. No debe olvidarse que los
referentes musicales predominantes de la juventud alemana fueron en su mayoría
composiciones clásicas, del mundo académico. Por esta
misma causa, el contenido verbal es casi anulado. Mientras en la canción radiable la
parte lírica tiene una carga sustancial y dramática, en el
trabajo de Kraftwerk ésta se conforma de versos repetitivos, carentes de
historia o descripción emocional, enunciados mecanicamente, robóticamente
(tema central de las obras posteriores). Como agregado, el grupo renuncia a
usar la música como instrumento autobiográfico. De esa
forma da al sonido el protagonismo verdadero. Estas diferencias significaron la
negación al sentimentalismo y a los facilismos del pop
imperante en la música británica y estadounidense.
Sin embargo, esto no significa que se restara
expresividad. En la música recae este compromiso con el escucha. El sonido
amable y relajado de la mayor parte de las piezas, pero sobretodo en la que da
título al disco,
muestra una aparente simpleza. El escucha no debe olvidar que está frente a un álbum mayoritariamente sintético. Sin
embargo, su sonido está lejos de
asemejarse a las exploraciones electrónicas alemanas, ácidas y
oscuras de Tangerine Dream o Klaus Schulze. Por el contrario, Kraftwerk logra
piezas que ofrecen un rostro distinto, sin renunciar a los elementos que
conforman la nueva identidad germana.
Debe destacarse la habilidad de los artistas
para construir este efecto. Por una parte, los dos lados del vinilo se
desarrollan como un todo congruente. Los tonos bucólicos de “Autobahn” tienen su verdadera culminación no en sus
veinte minutos aproximados, sino en el cierre del álbum con las
flautas matutinas de “Morgenspaziergang”. Se trata de
un trabajo circular que busca evocar un viaje por autopista en el transcurso de
las veinticuatro horas, captar el día y la noche desde el ángulo del
conductor.
La música como género está negada a la
figuración, pero cuenta con una fuerte capacidad para construir
imágenes
mentales, tanto como emociones. Kraftwerk no desperdicia estas posibilidades y
utiliza diversos recursos para lograrlo: la repetición de motivos y
temas, con la finalidad de hacer composiciones hipnóticas; uso de
recursos electrónicos que, pese a su naturaleza sintética, logran
percibirse orgánicos y cálidos; inserción de cintas
con grabaciones de autos, motores y ambientaciones de caminos viales que
remiten a la realidad moderna; y finalmente el uso limitado de instrumentos acústicos como la
flauta, que dan equilibrio al sonido electrónico.
La placa fue aplaudida unánimemente y
reconocida como la primera grabación en la música popular, hecha con tan solo instrumentos electrónicos. Esta
declaración se explica por la popularidad que tuvo la obra,
aunque no es del todo cierta: la inserción de flauta,
guitarra y violín acústico es notaria en diversos pasajes del vinilo. Sin
embargo, se cumpliría con el trabajo que vendría al año siguiente, Radio-Aktivität (1975). Entonces sí, la
instrumentación fue meramente sintética.
El quinto disco representó un mayor riesgo, pero no logró la cohesión de su antecesor. De hecho, con Radio-Aktivität el grupo pretendía realizar un
retorno a sus trabajos más abstractos como Ralf Und Florian (1973) para
equilibrar así el sonido
menos melódico y más ambiental, con el espíritu más popular. Sin
embargo, el resultado se quedó a mitad del
camino, y recordaba más a los trabajos previos a Autobahn, con la
poca cohesión de los mismos . No sería sino hasta Trans-Europe
Express (1977) que la banda lograría cosechar la siembra del disco de 1974.
Apenas unas décadas después del fin de la guerra, los integrantes de Kraftwerk
usaron el arte como una reivindicación con la historia en la que era posible seguir
creyendo en los avances tecnológicos, desde una visión humanista.
Sus discos siguen fascinando hoy en día, pues aun cuando la electrónica usada ha
sido superada hoy día, su sonido ha alcanzado un ideal atemporal.
La
discografía
que vino después
de Autobahn, sin duda dio aliento regenerador a una Alemania herida,
rescató el
espíritu
de la modernidad que el país requería para levantarse ante un mundo que cambiaba de forma
cada vez más
acelerada, y conformó el rostro distintivo de la cultura germana. Los pasos
de Kraftwerk serían el punto de partida para músicos
extranjeros posteriores que se rindieron abiertamente a sus propuestas. Los
nombres son diversos (artistas como Brian Eno, Gary Numan, David Bowie, Iggy Pop, Lou Reed,
y agrupaciones de la altura de New Order, Depeche Mode, entre otros). Las obras
que inspiraron son admirables. Es por eso y más
que la escucha atenta de esta banda debe ser obligada para aquellos que ven en
la música
y el arte un fenómeno revitalizador de cambio.
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