domingo, 22 de marzo de 2020

The Doors (1969).




The Soft Parade: Polémica sobre el refinamiento.


Por Gabriel Áyax Adán Axtle



Año: 1969
Disquera: Elektra
Temas: 1) Tell All the People. 2) Touch Me. 3) Shaman’s Blues. 4) Do it. 5) Easy Ride. 6) Wild Child. 7) Runnin’ Blue. 8) Wishful Sinful. 9)The Soft Parade. 


La carrera de la banda estadounidense The Doors contó con varios momentos polémicos, pero en el terreno meramente musical, The Soft Parade fue sin duda el mayor. Se trata de un disco que despertó opiniones encontradas y, para muchos, representó un declive drástico, que ponía en peligro la continuidad del grupo.

Los tres discos anteriores habían mostrado, desde su debut, un sello inconfundible, que ofrecía música fuerte y provocativa, grabada de manera directa, cruda, interpretada con dramatismo y maestría. Por otro lado, las canciones abordaban abiertamente temas como la muerte y el suicidio, así como los ideales de libertad que la juventud tradujo en el consumo de drogas y la apertura sexual como caminos de auto conocimiento. Desde The Doors (1967) hasta Waiting for the Sun (1968), la banda dejó en claro que la rebeldía contra el mundo adulto era la solución del hombre futuro, y lo hizo con piezas sugestivas y escandalosas, sustentadas en la personalidad de uno de los iconos más importantes de la cultura pop, Jim Morrison.

Lo que no fue evidente para los seguidores, fue que disco a disco, el grupo se encaminaba a un sonido más sofisticado. Un ejemplo de esto se halla en la introducción de instrumentos considerados ajenos al rock como címbalos, xilófonos y marimbas que se escuchaban en Strange Days (1967) en piezas como “I Can’t See your Face in my Mind”.

El uso de tratamientos de estudio era notorio en piezas como la que le dio título a su segunda placa. A esto se suman inserciones de pasajes y arreglos Instrumentales tomados de la música académica en el disco Waiting for the Sun (1968), como se escucha en “Spanish Caravan”, así como interpretaciones emotivas realizadas con la delicadeza propia del jazz y el blues (“Yes, the River Knows” y “Summer’s Almost Gone”) que contrapunteaban con las ya tradicionales canciones sugestivas del grupo como “Five to One” o “Not to Touch the Heart”.    

Cuando se presta atención a los procesos evolutivos del grupo, se puede notar que, más allá de las ideas que el público preconcibió de sus integrantes, éstos tenían una visión artística que no se detuvo en su trabajo debut, aun cuando éste fuera aplaudido al unísono de manera inmediata. Los dos discos que le continuaron, daban cuenta de un refinamiento paulatino y de la necesidad de los integrantes, de extender los timbres y posibilidades de su obra. Finalmente, este refinamiento logra alcanzar su punto climático en el disco Soft Parade.

Desde la inicial “Tell All the People” el cambio era palpable. Las piezas aparentemente menos sugestivas, con melodías arregladas al estilo más norteamericano de su época, sonaban más al último Elvis Presley, acompañado de un ensamble de vientos y metales.

Para la mayoría de escuchas, el disco mostraba a un grupo que renunciaba descaradamente al estilo que los caracterizaba, a favor del aplauso de un público inocente y enganchado en las tonadas de moda. Sin embargo, los cambios que el grupo había generado no eran exclusivos de ellos, es decir, otras bandas vivieron los mismos cambios en sus proyectos musicales, pero el recibimiento que tuvieron fue la ovación general. The Beatles habían hecho lo mismo en discos como Revolver (1966) o Sargent Peppers Lonely Heart Club Band (1967). A diferencia, el grupo The Doors representaba una juventud rebelde, contrapuesta a los estándares dirigidos a los chicos apegados a ideales pulcros. Para sus seguidores, debieran endurecer sus posturas a favor de una juventud extendida.

A todo esto, otros factores agregaron peso en la recepción de Soft Parade. En los tres discos anteriores el trabajo compositivo era atribuido al grupo. Por un lado Krieger, Mazarak y Densmore eran responsables de la música, y Morrison de la parte lírica. Sin embargo, en este cuarto álbum, la presencia de Robby Krieger había adquirido mayor importancia en la escritura de las piezas del disco. De ocho pistas, cinco venían firmadas por él. Los intereses temáticos y estilísticos eran diferentes a los de Jim Morrison. Si bien es cierto en ese entonces, el cantautor del grupo se hallaba en una espiral descendente debido a su consumo desmedido de alcohol, su presencia en el estudio no se limitó a poner la voz a las canciones. En su momento, él fue uno de los defensores del trabajo que habían realizado.
            
Más allá de los problemas internos que la agrupación vivía, los cuatro integrantes tenían clara la meta que perseguían en la publicación de sus trabajos. Su interés por reunir en la música diversas artes como el teatro y la literatura, los llevó a explorar formas y estructuras novedosas. ¿Qué se trata de un disco más cercano al pop? Es verdad. Pero dentro de los estilos seleccionados, la banda logra piezas fuertes con “Touch Me” y “Tell All the People”; otras producidas de manera fina como “Wishful, Sinful”; y otras más imaginativas como “Wild Child” y “Shaman’s Blues”.

Una muestra de la constante exploración estilística del grupo que es digna de mención en Soft Parade, es que la placa cuenta con la única incursión progresiva que el grupo publicara con la pieza que diera título al disco. No se trataba de una inquietud nueva. Para Waiting for the Sun, el grupo había grabado “Celebration of the Lizard”, pero al final, la pieza no apareció, con la excepción del fragmento titulado “Not to Touch the Heart”. “Soft Parade” es un momento distintivo de la discografía del grupo. En las placas anteriores las piezas más largas de duración como “Light my Fire”, “The End” y “When the Music is Over” eran composiciones que se desarrollaban sobre un mismo tema musical. Si bien es cierto que contenían un despliegue de recursos dramáticos, eran en realidad poco cambiantes en su estructura musical. Sin embargo, “Soft Parade” presenta de manera clara tres pasajes, marcados por cambios de tiempos y temas, así como la inserción de fraseos orientales (en la primera parte) y de instrumentos vinculados con la música académica como los metales y el clavicordio. Como una anunciación de los temas que pocos años más tarde usaría el rock progresivo, la parte lírica describe la búsqueda de un espacio idílico, que para Jim Morrison estaría representado por la ciudad de Los Ángeles.

La pieza que da título al disco y el conjunto de las canciones totales, van construyendo un tapiz sonoro de la identidad estadounidense, marcada por un pasado perdido con la conquista en “Shaman’s Blues”; el nacimiento de nuevas tradiciones con “Runin’ Blues” y un paraíso presente con “Soft Parade”.

En resumen, está placa es un trabajo bien pensado que, pese a la posible irregularidad que en unos pocos instantes se percibe, cuenta con muchos momentos dignos de revalorarse. Parece irónico que éste sea el disco de The Doors que fue vituperado por muchos y, por igual se trate del momento de mayor refinamiento y sofisticación logrados por la banda. Los álbumes que le siguieron partieron del punto en el que se quedó el grupo con Waiting for the Sun, y lograron momentos muy dignos, sobretodo L.A. Woman, pero, ante la censura de muchos, no ofrecieron más búsquedas estilísticas. Ante esto, es justo afirmar que Soft Parade no fue un momento gris en el trabajo creativo de la banda, sino un periodo prolífico mal pesado por la historia.







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