Desertshore: Cicatrices interiores.
A
Karla, quien recorrió a mi lado este trabajo y dio luz a su apreciación.
Año:
1970
Disquera:
Reprise
Temas:
1) Janitor of Lunacy. 2) The Falcones. 3) My Only Child. 4) Le Petit Chevalier.
5) Abschied. 6) Afraid. 7) Mütterlein. 8) All That is My Own
El papel de las artistas en la música popular ha sido
demeritado en numerosas ocasiones; su ingreso como compositoras despierta,
incluso ahora, reservas en muchos. Pocos son los nombres que sobrepasan su
función de meros intérpretes vocales. El acto de la creación musical ha negado
a las mujeres el reconocimiento merecido. Esta suerte ha recaído en las
grabaciones de Christa Päffgen, Nico.
Pero la causa de tal
suerte no sólo es un asunto de género. Para la juventud alemana de los sesenta
y setenta, la relación con su identidad germana representó una carga. El
sistema nazi estaba cerca de la historia. Los nuevos artistas buscaban romper
con el pasado inmediato de su tierra, que conservaba aún la huella y la visión
conservadora del fascismo. Por otro lado, la cultura musical, predominantemente
británica, no lograba expresar las inquietudes de la juventud alemana. El
autoexilio fue la respuesta para algunos espíritus inquietos.
Nico fue una de las
artistas que buscó en diversas tierras la voz que configuraría su
individualidad. Fue así que adoptó junto a su lengua el inglés y el francés.
Pero su viaje también se reflejó en las diferentes actividades en las que
incursionó: el modelaje, el cine y finalmente la música, en la que halló tierra
para las raíces.
Pero incluso, en el
ámbito musical, el crecimiento fue paulatino. Si bien se le ha identificado
principalmente por su participación en el álbum debut de la agrupación de Lou
Reed y John Cale, Velvet Underground, su mérito se limitó a la interpretación
vocal de tres piezas, entre once. Ella era vista como el intruso impuesto por
Andy Warhol, y tolerada a cambio del financiamiento del disco y la dirección
del artista plástico, creador de The Factory. La relación entre Nico y los
integrantes de la banda estuvo caracterizada por la tensión y el desdén.
Seguido a este
proyecto, y separada de los Velvet Underground, la artista realizó su trabajo
más accesible, Chelsea Girl (1966),
en el que el folk norteamericano y la balada coquetean los campos de la
armonía, intentando entibiar los sentidos. Pese a tratarse de un trabajo
delicado y cuidado, la cantante no estuvo satisfecha con el resultado. Para
ella era claro que esa era la dirección equivocada, pues hacía pública una
imagen que se oponía a su ideal de arte.
Entonces Nico tuvo el
hallazgo que buscaba: el descubrimiento del harmonio. Los timbres de su
instrumento se transformarían en el tejido de los trabajos y conciertos
venideros. A partir de ahí, su papel cambió a la composición musical. Entonces
su autoría tuvo sello propio, y se complementó con la producción de su colega
galés John Cale, quien comprendió las intenciones de cada corte y hacia dónde
debían dirigirse. Pero hay que decirlo, desde ese momento la música de la
compositora, actriz, modelo y cantante alemana, nunca fue objeto de fácil
apreciación.
Sus discos tienen
puntos de contacto con varios de los músicos que trascendieron en la música
popular alternativa y que formaron parte de su vida; pero también con artistas
diversos que fueron parte de su búsqueda creativa: Federico Fellini, Andy
Warhol, así como las múltiples personalidades que se concentraban en The
Factory, Mick Jagger, Brian Jones, Bob Dylan, Jim Morrison, entre otros.
Las
grabaciones de Nico siempre quedaron en los márgenes de la música popular y la
sombra del grupo mítico liderado por Lou Reed. De manera injusta, algunos
críticos han querido restar atributos a la compositora, señalando sus logros
como el resultado de sus colaboradores, olvidando así que más allá de la figura
enigmática de ésta, su estilo vocal, tanto como musical, tienen su origen en la
creatividad que la artista configuró en un camino largo.
En este sentido, la
recepción de su discografía fue un tanto fría y desigual. Su nombre y trabajo
fueron rescatados por algunos círculos a partir de la revaloración del grupo
Velvet Underground a finales de los setenta. De su carrera discográfica son
destacados The Marble Index (1969), The End (1973), pero particularmente el
trabajo que aquí interesa, Desertshore.
Éste último es un larga duración completado
con la banda sonora de la película La
Cicatrice Interieure, de Philippe Garrel, también estelarizada por Nico. La
placa cuenta con la colaboración de John Cale, quien además de producir el
disco, dio consistencia musical a las inquietudes de su autora. La
interpretación de piano, el acompañamiento en coros, así como los arreglos
instrumentales, son parte sustancial del álbum, y atributos que corrieron a
cargo de John Cale.
El ambiente construido
respondía a su fascinación cada vez más marcada por los cantos de corte fúnebre
sugeridos por el harmonio mismo, pero que tenían su origen en su tierra natal.
El canto popular alemán había sido tomado por el fascismo y así, transformado
en el pastiche de la identidad impuesta. De esta forma la tradición germana
había sido vaciada de su riqueza expresiva. Nico busca en los ecos de la
Alemania romántica, en los cantos populares que contaban historias tristes y
hablaban de la infancia perdida. Así sus composiciones recrean la voz de una
Alemania ultrajada, y cantan la añoranza de un paisaje que parece perdido.
Desde los primeros versos quedó claro el camino del disco: “Janitor of
lunacy / Paralyze my infancy / Petrify the empty cradle / Bring
hope to them and me”.
La lírica poética, con resonancias a Jim Morrison, se presenta con una ternura
desgarradora en cada una de las piezas con estrofas como
las que suenan en
“My Only Child”: My only child be not so blind / See what you hold / There are
no words no ears no eyes / To show them what you know”. Los
momentos dulces se contrapuntean con otros sombríos, en los que se presiente un
pasado fracturado: “Seal
the giving of their seed / Disease the breathing grief”.
El viaje llamado Desertshore, con sus apenas 25 minutos
de duración, muestra a una artista en plenitud. En éste se logra el maridaje de
la tradición popular y el expresionismo vanguardista: sus cortes recuperan
mucho de los paisajes románticos decimonónicos y de la lírica popular alemana,
y los revitalizan como necesidad de un presente menos brillante; pero también
perfilan el disco para postularse como una raíz de géneros posteriores, los mal
llamados hijos del punk, el gótico y el dark. Se trata de un trabajo redondo
que logra fascinar a sus escuchas por su atemporalidad y los ecos de una
Alemania mítica. Con el paso del tiempo ha despertado un interés notorio en
artistas como Lisa Gerrard e incluso Diamanda Galas.
Se debe reconocer que
aun hoy queda un camino largo para que el trabajo de Nico sea revalorado.
Creatividad, espiritualidad, sensibilidad e inteligencia son palabras que se
ajustan a una artista como ella, y a un disco tan brillante como Desertshore. Mientras tanto, la escucha
de su obra sigue despertando atracción en aquellos que la descubren.
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