Sometime in New York City: Ono en bambalinas.
De Gabriel Áyax Adán Axtle
Año: 1972
Disquera: Apple Records
Temas: 1) Woman Is the Nigger of the World. 2) Sisters, O Sisters. 3)
Attica State. 4) Born in a Prison. 5) New York City. 6) Sunday, Bloody Sunday.
7) The Luck of the Irish. 8) John Sinclair. 9) Angela. 10) We’re All Water. 11) Cold Turkey. 12) Don’t Worry Kyoko. 13) Well (Baby Please Don’t Go). 14) Jamrag. 15) Scumbag. 16) Au.
Cuando el paso del tiempo ha ofrecido a un individuo la popularidad
necesaria para ser perdonado de sus
falencias, el público y la publicidad
construyen hipérboles lejanas a la
verdad. Éstas distancian la
apreciación de las obras, y llevan
al receptor a rincones de menor importancia. Los personajes del rock han sido víctimas de esto, y por tanto sus obras tratadas
de forma acrítica, a su favor o en
contra.
John
Lennon no es la excepción. Su figura ha sido
engrandecida, y ha ensombrecido la participación de la tan repudiada Yoko Ono. Así entonces, se olvida que los discos más emblemáticos del artista de
Liverpool no fueron concebidos como trabajos solistas, sino como el resultado
de la cambiante formación Plastic Ono Band, en la
que las constantes básicas son Lennon y Ono.
Tal detalle podría sonar intranscendental
si no fuera porque alrededor de esos discos se han generado comentarios en los
que se aplaude la creatividad musical del ex-Beatle, demeritando sin dudarlo
toda intervención de la artista
conceptual japonesa.
De igual forma, el tiempo ha afianzado otra falacia: en
las placas atribuidas a Lennon se halla la manifestación de un hombre a quien se le señala como ideólogo de una época, olvidando que el ente medular de su
trabajo (desde discos como White Album de 1968, grabado todavía con su banda de origen, hasta sus
composiciones solistas como Plastic Ono Band e Imagine, de 1970 y
1971 respectivamente) es, pese a quien le pese, su esposa.
Es en
la mancuerna que se gestan discos que de otra forma no hubiesen explorado los
terrenos que hoy conocemos, y que alcanzan las manifestaciones radicales señaladas como productos de una sola mente. Tal
es el caso del que quizá sea uno de los discos más polémicos en la carrera de la Plastic Ono Band, el Sometime in New York
City. Su contenido político (y un tanto
cuestionable y contradictorio, habrá que señalar) ha opacado la
gracia de su fuerza musical; de igual forma, la participación abierta que Yoko Ono tiene en la placa, en
contraparte con los discos previos en los que existía como un ente omnipresente, provocó una respuesta de rechazo casi inmediata al vinilo doble.
Desde
las premisas anteriores, se ha desacreditado un disco meritorio de una escucha
atenta en la que pesen los intereses meramente musicales, tanto como su trascendencia.
Así entonces se puede comenzar por señalar aquello que ha de ensombrecer el
acercamiento.
El primer aspecto al que se debe renunciar sería el contenido meramente lírico. Henri Lefébvre señala que el énfasis que las ideas de la obra hacen en la referencia a su propio
periodo histórico son una arma de doble filo que, en su afán por conformar un trabajo “actual” o “moderno” lo estigmatizan con el señalamiento de la caducidad. Desde este ángulo, se debe reconocer que Sometime in New York City es un
disco caduco en su contenido letrístico. Aun cuando algunas de las problemáticas tratadas siguen estando en boga, las perspectivas ideológicas que Lennon y Ono proponen han cambiado el ángulo desde donde se debaten ahora. A pesar de eso, los escuchas que se
acercan a la placa disfrutan la obra. Lo que enfatiza, que su importancia no
radica en los ideales expresados.
El segundo lineamiento
al que se debe renunciar puede resultar obvio y no por eso ha de dejarse fuera
de la mesa. Las preferencias individuales, siempre cambiantes y divergentes
entre un escucha y otro, son espectros que, como un filtro en el lente de una cámara distorsionan el enfoque. Hiperbolizar el papel de The Beatles en la
cultura popular, así como la injerencia que Yoko tuvo en la vida de Lennon y en el destino de
su agrupación es una actividad que polariza entre culpables y santos. Desde ahí se magnifican las habilidades musicales de quien en realidad no era ni
por asomo un maestro de instrumento alguno, tanto como se desacreditan las aportaciones
artísticas de quien formaba parte del mundo del
arte y conoce el impacto y la construcción de las vanguardias.
Con lo anterior no
pretendo restar valor a John Lennon, como tampoco elaborar una apología a Yoko Ono. El primero, contradictorio y salvaje, contaba con el
ingenio para traducir ideas en piezas cautivantes. La segunda, con la habilidad
de dirigir a su contraparte por campos de ruptura, sembraba ideología, pero también formas que se transformarían en música novedosa. En esta unión funcionan los resultados de Plastic Ono Band. En ese equilibrio, los
dos son responsables de lo que se escucha en los discos resultantes.
Dicho lo anterior, se
debe centrar la atención en lo meramente musical. En Sometime in
New York City hay una propuesta que renuncia al sentimentalismo de los
discos anteriores para potenciar el espíritu del rock: transgresión, rebeldía, violencia e irreverencia forman parte de un
todo, que va de la balada “Angela”, a los jams ácidos e indigestos que conforman la mayor parte del segundo vinilo, como
“Scumbag” y “Au”. Las piezas son contundentes y optan, en su
mayoría por un sonido crudo (como excepción está la bien intencionada “The Luck of the Irish”). Lennon y Ono componen una obra en la que el género engalana muchos de los sitios a los que habría de llegar en periodos póstumos. Así, la inicial “Woman Is the Nigger of the World” marca la pauta del resto de la placa, en la que la mancuerna parece
augurar algunas veces la actitud del punk, en otras su sonido. Aquí hay canciones que toman la misma tónica como son “John Sinclair” y “Sunday, Bloody Sunday”, anárquicas incluso en su construcción misma. Otras piezas que auguran la música de tiempos postreros son “Sister, O Sister” y “We’re All Water”, pues parecen señalar la dirección que tomará el pop japonés en los tiempos presentes, así como la alternancia de agrupaciones europeas y americanas del talle de
Sonic Youth.
La co-producción está a cargo del polémico Phil Spector. La pared de sonido, sello
distintivo de su mano, se hace notar en los cortes menos duros, aunque son los
menos, por lo que no suaviza el carácter de las partes más transgresoras del disco, en las que Lennon como Ono destilan furia
traducida, más que en canto, en grito.
El segundo vinilo,
resulta aun más subversivo, y se debiera escuchar con cierto
humor. Las dos primeras piezas son una muestra de los conciertos descarnados
que la pareja realiza en aquel periodo. Tanto “Cold Turkey” y “Don’t Worry Kyoko” son interpretadas sin concesiones al sentimentalismo. Las cuatro pistas
restantes forman parte de un concierto en el que la Plastic Ono Band, junto con Franz Zappa y su agrupación Mothers of Invention construyen una
improvisación provocadora e irreverente.
Vale la pena ver en Sometime in New York City sus logros, sin aprensiones innecesarias. Así será más probable encontrar el goce estético. Hay quien se empeña en señalar este trabajo como un fallo en el que
Lennon cede la dirección artística a Ono, sin reconocer que desde trabajos
anteriores la actividad creativa ha sido permeada por las inquietudes de ésta.
Sin embargo, hay un
atributo que destaca y muchos olvidan: este doble vinilo regresa a los cauces
del rock a un artista que se perdía en composiciones francamente débiles como “Imagine”, y le devuelve el espíritu salvaje que yace desde los orígenes del género. Luego vendrían otros discos en los que Lennon vuelve a
caminar atrás para estancarse en melodías edulcoradas y sobreproducidas por el cuestionable Phil Spector. Pero
esa historia está lejos del que quizá sea el trabajo más duro y consistente de la mancuerna
Lennon-Ono, junto con el, aunque emocional y delicado, Plastic
Ono Band (1970).
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